Paisajes y sabores patagónicos: Bariloche al alcance de todos

San Carlos de Bariloche provoca emoción ante la belleza de sus bosques, lagos, montañas, cielos límpidos, la armonía de sus paisajes que abarcan tonalidades de verdes, rojizos, ocres en la vegetación, el azul profundo en sus frías aguas y los marrones, cobrizos, grises y blancos en sus altas montañas.

Su nombre Bariloche proviene del vocablo Vuriloche así la llamaban los pueblos originarios que habitaban la región, (significa gente detrás de la montaña).

La localidad está ubicada a los pies de los Andes, en el sudoeste de la provincia argentina de Río Negro, a orillas del lago Nahuel Huapi en el Parque Nacional homónimo.

Es un destino turístico consolidado, sustentable, con potencialidades y recursos que la convierten en un territorio elegido. Viajeros de todo el mundo vienen a visitarla, (argentinos y personas de países vecinos durante todo el año, en cambio en invierno llegan más europeos, en busca de sus excelentes pistas para deportes invernales).

La temporada de invierno en Bariloche comienza el 21 de junio y termina el 20 de septiembre y las temperaturas oscilan entre 0°C y 10°C, con frecuencia de nevadas. El clima es de montaña continental frío, con estación seca, con variaciones de oeste a este, por las diferencias morfológicas del terreno. En verano el sol produce días más cálidos, largos, poco lluviosos y en las noches refresca, en ocasiones llega a alcanzar los 30°C, descendiendo bruscamente en horas nocturnas.

Esta región patagónica argentina sin duda queda atesorada en la memoria de quienes deciden conocerla, por sus vistas panorámicas, sus sabores: elaborados postres con frutos del bosque, truchas, salmones, carnes de caza, ahumadas, cordero o el curanto al hoyo y los exquisitos aromas de los chocolates, que inunda la ciudad, (elaborados a la vista con recetas que mezclan los mejores ingredientes regionales y celosos secretos incorporados por las colonias alemanas que otrora llegaron a la Patagonia, delicias artesanales distintivas barilochenses). Y las propuestas de recreación, actividades, deportes, tours de día o salidas nocturnas a bares, cervecerías, pubs, discotecas.

La aventura está presente en el buceo, la equitación, el canopy, la escalada, el trekking, el mountain bike, la pesca deportiva, el kayak, el parapente, el kitesurf, la navegación, el rafting, el stand up paddle, el canyonnig, esquí. Etc.

Los recorridos por la ciudad y alrededores permiten disfrutar de sus tiendas, artesanías, casas de té, lagos, bosques y cerros, todo se une en una sola postal, con una naturaleza prodiga que comunica e impresiona con cabañas que se mimetizan en ella, construidas con elementos naturales, piedra y madera, adornadas en primavera por coloridas flores silvestres de amancay, arvejillas, dedalera, frutilla, musticias o por perfumadas rosas rojas, rosadas, amarillas y anaranjados tulipanes, en los jardines.

En estos escenarios naturales de árboles milenarios hay arrayanes, cipreses, lengas, coihues, maitenes, pehuenes, 200 especies de aves, ciervos colorados y otros animales silvestres de la fauna nativa. Es un lugar que no solo estremece el corazón además propone un sinfín de posibilidades de esparcimiento.

La Avenida Bustillo, el Club de regatas, el puerto Bueno y San Pedro, el hotel Llao Llao un emblema de la zona, los miradores, arroyo la Angostura, bahía López y los cerros López, Capilla, el Cerro Campanario con su famosa confitería. El ensueño de la Isla Victoria, el Bosque de los Arrayanes. La increíble ruta de los Siete Lagos, la imponencia del Cerro Tronador y el Ventisquero Negro, participar en múltiples actividades ascendiendo al Cerro Catedral ( con el centro de esquí más extenso de Sudamérica). Y mucho más.

Un territorio único para disfrutar de estadías placenteras que invitan a regresar.