El 3 de febrero de 1820 fue el día en que se inició la toma de los fuertes de Corral y posteriormente el 5 de febrero se toma la ciudad de Valdivia. En esos días resonaron los nombres de Thomas Cochrane, Jorge Beauchef y Guillermo Miller, sobre todo cuando el periódico de la época La Gaceta Ministerial los proclamó como “héroes” de la nación, tras saberse en Santiago de la liberación de Corral y Valdivia del imperio español. Pero hay varios héroes desconocidos de ese grupo de 318 patriotas que desafiaron a los casi 1.500 realistas que defendían la guarnición valdiviana y las fortalezas de la costa, uno de ellos es Juan Francisco de Vidal La Hoz.
Juan Francisco de Vidal era de nacionalidad peruana y provenía de una familia hacendada. Había nacido el 2 de abril de 1800 en Supe y conoció a Lord Cochrane en 1819 cuando éste hizo el primer intento de invasión a la nación incaica con la Escuadra Libertadora. Vidal fue admitido como subteniente de infantería de marina en las fuerzas patriotas chileno-argentinas y se le encomendó ser el contacto con los patriotas limeños.
En el verano de 1820 el joven oficial acompañó a Cochrane al sur de Chile en la empresa de tomar las fortalezas de Corral y Valdivia, acción donde se le nombró el oficial de la avanzada, durante el desembarco en las fortalezas de Aguada del Inglés y San Carlos.
El joven teniente de 19 años se hizo cargo de un destacamento de 24 hombres que fueron los primeros en recibir las balas de los soldados del Regimiento Cantabria. Más atrás avanzaron Guillermo Miller y en la retaguardia y dirigiendo el desembarco por tierra el mayor francés Jorge Beauchef.
Fue tal el arrojo del oficial peruano en el ataque que en medio de la acción dijo “Donde entra mi gorra, entro yo”. Durante el avance por los bosques y aprovechando la oscuridad de la noche atacó con bayoneta calada junto a su destacamento y en algunas baterías disparó al aire e hicieron gritos de tal manera que los realistas creyeron que un gran ejército los atacaba. Como los soldados del Regimiento Cantabria huían, los patriotas los persiguieron batería por batería hasta llegar al Castillo de Corral y a eso de la 1 de la madrugada del 4 de febrero perseguidos y perseguidores entraron al mismo tiempo a la fortaleza, acrecentando aún más la confusión entre los españoles. Por esta destacada actuación Vidal fue llamado “El primer soldado del Perú”.
“MUERTE O VICTORIA”
En 1855 Juan Francisco de Vidal publicó sus memorias y en ellas relató cómo vivió el ataque a Corral. El militar peruano recuerda que, pese a intentar engañar a las tropas españolas les dispararon con fuego de cañón desde el castillo de San Carlos y que el almirante Cochrane los arengó de la siguiente manera: “Soldados uno de dos partidos tenéis que tomar, la muerte o la victoria. Son las seis de la tarde hora en que la marea empieza a llenar, si no vencéis seréis sumergidos por las olas o moriréis a manos de nuestros enemigos, y para que no tengáis esperanzas de salvaros, las lanchas veis que ordeno se retiren a bordo". En otras palabras, los patriotas tenían que afrontar una loca carrera para llegar a la playa y esquivar las balas de cañón y disparos para salir con vida.
En sus memorias Vidal recuerda que se decidió desembarcar en una playa borrascosa (Aguada del inglés) donde había una compañía de cazadores realistas. La nave patriota “Moctezuma” abrió fuego y las esquirlas levantaron piedras en la playa que hicieron retroceder a los defensores y eso aprovechó la compañía del teniente Vidal para saltar a tierra al mando del mayor Guillermo Miller. Vidal y sus hombres fueron la vanguardia del ataque e iban en el primer bote. “La playa de que hago referencia, sólo se podía pasar por ella cuando el mar estaba en las seis horas de baja, pues en la creciente las olas chocaban en un cerro inexpugnable”, relata el oficial.
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